Iren se sentía bien. Ni siquiera se había parado a pensar en la otra posibilidad, no se le ocurrió que aquello pudiera ser un error. Siguió adelante sin mirar a los lados: los problemas le asaltaban de frente. Siempre había sido así, y hoy volvería a ser igual. El examen se le presentaba difícil, pero estaba preparada. La noche la había pasado en vela; sabía que la prueba sería un éxito. Un, dos y hasta tres repasos de toda la materia le harían obtener la beca que necesitaba para entrar en la universidad que unos padres inmigrantes no le podían pagar. Mientras se convencía de esto, se abrieron las puertas y entraron unas cuantas personas más, haciendo aún más irrespirable el aire rancio de aquel vagón. Rozándole el costado, una niña pequeña sonreía a su abuela, que le hacía carantoñas; más estudiantes se apretujaban en el otro extremo del vagón, cerca de unas jóvenes de Europa de este; unos obreros discutían sobre horas extras. Las estaciones se sucedían lentamente, muy lentamente, pero aún así demasiado rápido.
El tren se paró, salió un hombre. Siete minutos y treinta y tres segundos después, todo estallaba. La niña y su abuela, los estudiantes, las jóvenes trabajadoras, los obreros. Todo, todo, todo.
10 comentarios
Carlos -
Hard. -
Carlos -
Ataque dialéctico y ataque armado.
No hay nada de despótico en ello.
Hard -
Carlos -
Sígueme leyendo, te ayudará.
Hard. -
Carlos -
Por eso sostengo que el Ser Superior es el hombre.
Déjate de cuentos de viejas y de creaciones a "imagen y semejanza". Si tan iguales somos, ¿porqué pretender distinguirnos de ese tu Dios?
Hard. -
Carlos -
Hard. -