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elpoetaenelvagon

El pan nuestro de...

Era un mendigo, un vulgar ratero que conocía de las grandes estafas y ladrones de cuello blanco por los periódicos que conseguía encontrar hurgando en la basura. Él jamás tendría una oportunidad así en su vida; estaba condenado a vaciar carteras y bolsos de turistas en la céntrica calle de Las Ramblas. Es viernes por la tarde, y con su cojera fingida y la cabeza ladeada se acerca tranquilamente a un grueso y sudoroso aleman que apuesta una y otra vez por el cubilete erróneo que le ofrece un hábil estafador callejero. Se sitúa detrás suyo y le sugiere, susurrándole al oído, que opte por el cubilete de la derecha; el aleman se gira y le sonríe estúpidamente, sin entender una palabra de lo que ha dicho, y vuelve a errar en su apuesta. El mendigo, entonces, le coge la mano y se la acerca, en la siguiente jugada, al cubilete que contiene la pelotita. Acierta, y el alemán ríe feliz y bota y brinca en medio de la calle, por lo que el que le ha hecho el favor se lo cobra sisándole la abultada cartera mientras el otro, ajeno a esto, le da palmaditas en la espalda al que hasta hace unos pocos segundos le estaba estafando mediante este conocido juego callejero.

2 comentarios

Carlos -

Da igual quién sea peor. Lo importante es quién es más inteligente y se saca mejor las castañas del fuego.

Hard -

No se quien de los dos es peor, si el estafador con master en juegos urbanos, o el chorizo sisa carteras.